Sobre el perro del hortelano, el “cholo barato” y otros demonios de la pobreza
El perro del hortelano dice que no debe haber
'cholo barato' porque prefiere al
'cholo desempleado y en la miseria'.

… y las criticas fueron lo primero que se asomaron antes las “delirantes” frases que salieron a la luz en la segunda entrega del presidente Alan García en el titulado “Recetas para acabar con el perro del hortelano”. César Hildebrant, pluma biliosa en mano, dijo: “Lo que quiere decir, en buen cristiano, es que el cholo o se abarata o se queda sin trabajo.” La ONG Grufides, caracterizada por armar referendos ilegítimos, azuzar masas con laptops bajo el brazo y recomendar los artículos que escribe el padre Marco Arana en la República, lanzó comentarios del mismo tipo contra cada frase que encontraba “vulneradora de derechos fundamentales”. La característica común de todas estas personas (y he dejado de mencionar al Instituto de Defensa Legal y los decenas de bloggeros groupies del perro del hortelano) es, sin lugar a dudas, despotricar al gobierno de turno.

Revisando algunos textos encontré “El fin de la Pobreza” de Jeffrey Sachs (doctor en Economía, graduado en Harvard) en el cual definía cuales eran los problemas fundamentales de la decadente economía de una gran cantidad de paises, en los cuales se encontraba la falta de ahorro, la propia pobreza como causa del estancamiento económico y la geografía física, aparecían como caldo de cultivo de las clases con menores ingresos per capita.

Si comparamos situaciones económicas símiles al Perú, nos encontraríamos en el primer escalón de la escalera del desarrollo económico, es más llegando recién a este, de la mano con países como Bolivia, Ecuador, Guatemala u Honduras. Un país que ya se encuentra en el primer escalón del desarrollo económico es Bangladesh, el cual nace en 1971 después que se independiza de Pakistán y que en sus comienzos fue considerado por Henry Kissinger (el mismo que organizó el golpe de Estado a Allende y fue cabeza de la “Operación Condor”) como caso perdido internacional.

Nosotros observamos a China como futura potencia mundial y a la India en proceso de serla, sin embargo estamos olvidando cuales fueron sus inicios. Al igual que ahora lo hacen los bengalíes (gentilicio de Bangladesh), los chinos e hindúes también, pero en menor proporción que los primeros, trabajaban en fábricas de ropa estadounidense, en los cuales ganaban solo el sueldo mínimo vital establecido en sus respectivos países. Es verdad, estas personas estaban sometidas a constante explotación y si es que uno preguntaba a los trabajadores acerca de las nuevas oportunidades que habían obtenido al trabajar en aquellas fabricas, iban a responder de manera negativa acerca de los trabajos arduos que realizaban, de la falta de derechos laborales y del acoso a la cual estaban expuestos. Sin embargo, también se escuchaba que “aquel trabajo era la mayor oportunidad que nunca habían imaginado jamás” lo cual había cambiado de sobremanera su modo de vida.

Malawi es un país que se encuentra muy por debajo del primer escalón del desarrollo económico. Unos de los problemas de este país es la falta ahorro, ya que su producción o ganancias son tan ínfimas que lo consumen todo y cuando quieren sembrar el próximo año ya no le quedan recursos necesarios para poder hacerlo, la renta per capita se reduce y la pobreza sigue creciendo. Si el país de Malawi tuviera la oportunidad de pisar el primer escalón del desarrollo económico y su gente pudiera trabajar en alguna trasnacional recibiendo el sueldo mínimo vital, tendrían para ahorrar, tendrían para sembrar y por ende la renta familiar crecería. En Bangladesh el problema fue similar, pero ellos al poder ingresar a un puesto de trabajo de sueldo fijo mensual, en el cual ellos reconocían el valor del trabajo y del ahorro, se les abrían una baraja de oportunidades, quizás- es cierto- no para la primera generación, pero la segunda generación ya no iba a ser mano de obra barata, ya que con los ahorros, como paso en la India, se tecnificaban y sus ingresos superaban a los de la primera generación, en demasía.

“Un desempleado o un ambulante quieren trabajar ocho horas con un sueldo mínimo, seguro de salud y derecho a jubilación, pero el dirigente profesional le grita que no debe aceptar”. Quise comprobar la frase anterior- que se encuentra previa a la del encabezado en el artículo “Remedios para eliminar el perro del hortelano”- y caminando por las calles de Miraflores pregunte a diez personas, que se dedicaban a la venta ambulatoria, acerca de que les parecería trabajar ocho horas y ganar un sueldo de s/.500 soles, las respuestas iban desde “me gustaría mucho porque solo gano s/.10 y a veces s/.13 al día” hasta “yo paro acá sentada vendiendo caramelos, si hay un trabajito dígame por favor…”. Esas persona son las que se encuentran aún en Malawi, si ellas tuvieran la oportunidad de tener un trabajo, por un sueldo mínimo lo harían sin pensarlo, ya que su calidad de vida mejoraría y sus hijos tendrían la oportunidad de ir a una escuela nacional, obtener un mayor grado de tecnificación y alcanzar el segundo escalón en la escalera del desarrollo económico, reconociendo conceptos obscuros para sus padres como la cultura del ahorro, el incremento salarial. De esta manera entrarían dentro del denominado “círculo virtuoso del desarrollo” (Informe de Desarrollo Humano 2006, PNUD) ya que tendrían un trabajo decente, los cuales mediante la capacitación mejorarían la competitividad humana, así incrementaría la producción, por ende habrían mejoras salariales, mayor demanda local y –por último- mayor desarrollo humano.

Además se está hablando de ocho horas de trabajo, de un Proyecto de Acceso Progresivo a los Derechos Laborales. La pregunta es ¿Cuáles son los derechos humanos vulnerados? Bueno, el “perro del hortelano” ladra por todo.
Víctor Raúl Caballero Alvarado
Secretario de Organización del C.U.A.P.U.C.P
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1 Response
  1. Anónimo Says:

    Siempre habrán egoistas y desorbitados como los anteriores comentaristas que al no reconocer ciertas virtudes del texto anterior solo les queda criticar sin considerar la diferencia entre copiar e introducir nuevos conceptos.

    Sigan para adelante!!!

    Ernesto Ruiz
    Economista egresado de la PUCP


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